La profesión de orientador/a es maravillosa, pero tremendamente peligrosa. Puede abrir grietas en la autoestima de un adolescente y provocar que se vea todavía más perdid@. Aún peor, puede hacer que el adolescente se vea forzado a decir adiós a sus sueños. Y todavía peor, que lo haga porque se crea que no tiene suficiente capacidad.
A través de 2 breves historias vas a ver reflejada esta situación. Una con final feliz que muestra el gran error del orientador. La otra con un final por escribir.
La historia de Russell Branson
Russell Branson era un estudiante de instituto en Estados Unidos. Tenía muy claro a qué universidad quería ir. Además, le encantaba la lucha y esa universidad tenía un gran equipo de lucha.
Un día fue con su madre al orientador para comentar sus planes. Cuando el orientador escuchó lo que el chico tenía en mente, le dejó bien claro que esa universidad era demasiado para él. Simplemente, el pobre chico no tenía la capacidad suficiente y no podía firmar una recomendación. Tendría que escoger otra opción y decir adiós a su sueño.
Poco después, en una competición de lucha, tuvo la fortuna de conocer al entrenador de la universidad a la que quería asistir y le pudo comentar la situación. El entrenador movió algunos hilos y el chico pudo entrar.
Primero, fue capaz de mantenerse en la universidad. Segundo, ese chico que no tenía capacidad para ir a esa universidad levantó una empresa de cero que pasa los 100 millones de dólares y hoy es una de las máximas figuras a nivel mundial en marketing digital.
La historia de una alumna mía
13 años y un sueño claro, quiere ser profe. Aún en segundo de la ESO hace una visita a la orientadora del instituto y le cuenta sus planes. La niña no iba sobrada en las notas, pero tampoco es que estuviese en peligro de repetir precisamente. Simplemente, lo iba sacando.
La orientadora en esa conversación le dice a una niña de 13 años que se olvide de hacer bachillerato, que no tiene la capacidad para sacarlo. Solamente en lo que llevamos de siglo es posible que hayan sacado bachillerato unos 4 millones de jóvenes (cálculo a ojo de buen cubero, pero te haces a la idea). Es decir la orientadora sabía que no había ni una persona de esos 4 millones con menos capacidad que ella. ¿En serio? ¿Te parece tan ridículo como a mí?
Un dato curioso es que según el criterio de la orientadora, la niña que no tenía capacidad para bachillerato en ninguna de sus modalidades sí que podría sacar la carrera de Magisterio, el CAP y lo que venga después para ser profe. Eso sí, tendría que salir en la ESO, hacer un módulo medio de lo que sea porque parece que no hay nada orientado a Magisterio, luego uno superior y ya acceder a la universidad 4 años después.
La idea de que no era capaz de hacer bachillerato caló hondo. Yo trabajaba con la niña en grupo, viendo la tremenda injusticia, tuve un par de charlas con ella y con sus padres por fuera del grupo. No logré ayudarla a creer de nuevo en sí misma y en su capacidad. Habría llevado un trabajo bastante más largo y costoso ayudarla a salir de ese agujero. Lamentablemente, no pudimos continuar. Espero que el día a día la lleve a recuperar esa confianza perdida.
Más común de lo que me imaginaba
Este tipo de mensajes por parte de orientador@s es más común de lo que me esperaba. Muchas madres y padres se rebelan contra ello, pero el daño está hecho. Muchas madres y padres que, no con falta de lógica, confían en la experiencia y preparación de los orientadores, también les creen y acaban por reforzar la idea de que su hij@ no tiene capacidad en casa.
¿Cómo debería actuar un orientador/a?
Igual que un psicólogo, no debería decirte lo que tienes que hacer, aunque muchos sí que lo hagan. El orientador/a no debería decirle a tu hij@ qué debe o no debe estudiar. Esa es una decisión que le pertenece a tu hij@. Si se equivoca, aprenderá, será responsable de sus decisiones y tendrá más información para tomar mejores decisiones en el futuro. Si acierta, su confianza subirá.
Jamás de los jamases debería poner límites por lo que piense que es la capacidad de tu hij@. No ve el futuro, pues que no le ponga muros que puede que nunca hayan estado ahí y nunca aparezcan.
Sí debería ayudar a tu hij@ a identificar límites ficticios que todos tenemos en la cabeza y derribarlos.
Debería potenciar el desarrollo de pensamiento de tu hij@ a través de preguntas abiertas y proponerle opciones que, por falta de experiencia, tu hij@ no había podido contemplar.
Por último, debería ayudarle o guiarle a recabar información suficiente para tomar una decisión con mayor conocimiento de causa, más sólida.
Pero el instituto sólo tiene un orientador… ¿qué hago?
Habla con el orientador/a primero. Pregúntale cuál es su forma de guiar a los chic@s. Contrástala con las pautas que te indico si estás de acuerdo con ellas y con cualquier otra cosa que creas importante para tu hij@. Si encaja, lleva a tu hij@. Si no, no le lleves. Guíale tú o busca a alguien que pueda hacerlo.