¿Cómo crear disciplina en los estudios?

Curiosamente en este sistema educativo que se basa en la autoridad, la disciplina es la gran afectada. 

Los adolescentes intentan dejar todo para el final. Saben perfectamente que eso no les ayuda, pero no pueden evitarlo. Es superior a ell@s. Les cuesta un mundo hacer los deberes todos los días y los hacen con la intención de que no les digan nada al día siguiente más que con la intención de aprender y prepararse la asignatura.

Padres y madres repetís hasta la eternidad que se tienen que poner, les tomáis lección, les castigáis, les echáis la bronca… La disciplina sigue brillando por su ausencia.

¿Por qué no funciona estar encima?

Si estás encima IMPIDES que tu hij@ logre tener disciplina de estudio.

En el fondo ya sabes esto. Lo que sucede es que el día a día sigue, los exámenes no paran (de hecho cada vez hay más), tu hij@ sigue sin mover el culo por sí mism@ y, lo peor de todo, no sabes muy bien qué otra cosa hacer. Así que sigues igual porque la alternativa es no hacer nada y eso no te lo puedes permitir.

Un adolescente nunca va a adquirir disciplina si hay otra persona que se encarga de que haga las cosas, o de intentarlo. En realidad, eso nos pasa a los adultos exactamente igual.

Si como madre o padre siempre le dices que se vaya a estudiar que ya se acabó el descanso de después de comer, ¿para qué va a hacer el esfuerzo de levantarse por su propia voluntad? La voluntad gasta energía y siempre esperará a que se lo digas tú.

Más aún si permites que siga tirad@ en el sofá después de decírselo 1, 2 o 3 veces. Ahí lo que entra en juego no es estudiar o no. Es obedecer o mantener su autonomía. Siempre va a luchar por su autonomía y eso le lleva inconscientemente a intentar ganar minutos.

Si quieres que tu hij@ adquiera disciplina de estudio, debes dejar de tener tú la disciplina de encargarte de que estudie.

Tiempo de reacción

Muchos padres y madres ya han intentado dejar a su hij@ «sol@» con los estudios. Incluso han pensado «a ver si se estrella y reacciona». ¿Ya te lo has planteado alguna vez?

Lo que sucede en demasiadas ocasiones es que le dejas y ves que no se levanta a estudiar, que pasa la tarde y sigue ahí, que se pone con el móvil o con los videojuegos, que siguen pasando minutos y no tiene ninguna intención de estudiar… El pánico te invade y tu cerebro te dice «¿Lo ves? Si no estás encima no va a hacer nada. Necesitas estar encima».

¡Qué gran satisfacción para el orgullo de una madre o padre que sentirte necesario para tu hij@ que se hace mayor!

Error. Tu subconsciente fácilmente se desvía del objetivo real. Al fin y al cabo tu identidad está en juego, llevas años siendo madre o padre y teniendo que cuidar a tu hij@ y soltarle ahora te deja en la cuerda floja.

Recuerda que estamos hablando de sus estudios y su disciplina. No de ti.

Ahora bien, si llevas mucho tiempo estando encima, la primera reacción natural si le sueltas es de libertad. Libertad no va a ser irse a estudiar. Va a ser probar si esta nueva fórmula va en serio y no hacer nada para descubrir dónde está el límite. Muchas veces el límite está en tan sólo un par de horas o menos y entonces ven que no ha cambiado nada.

No te olvides que lo más probable es que no le guste estudiar aunque sepa que «debe» hacerlo. Razón de más para saborear su libertad.

Eso sí, aunque tú dejases de estar encima de verdad, las clases, los deberes y los exámenes siguen. Los profes no desaparecen y tu hij@ lo sabe y sigue sintiendo esa presión. Después de un tiempo de reacción, es más probable que empiece a responsabilizarse por sí sol@. Ese es un principio de la disciplina de estudio.

Camino a la imperfección

Otro de los dolores de cabeza que te puede crear el dejarle por su cuenta es que te va a dar la impresión contínuamente de que no está haciendo lo suficiente. Sientes que debería hacer más y te puede. Sufres porque si estuvieses encima posiblemente haría más.

Hemos caído en la trampa del hacer todo lo que nuestro potencial podría dar o de, al menos, hacer todo lo que deberíamos hacer. Eso es MENTIRA. Nadie hace eso.

Tú podrías hacer muchas cosas que sabes perfectamente que te ayudarían, sabes qué cosas son y sigues sin hacerlas. Adivina qué, tu hij@ también hace los mismo. No hace falta que le repitas lo que debería hacer como si fuese ignorante de ello. Lo sabe, pero igual que tú, le cuesta y va tirando haciendo lo que «puede».

Es bueno exigirle más de lo que hace, eso le lleva al progreso. También es bueno valorar sinceramente lo logros que va consiguiendo por pequeños que puedan parecer a veces, sobre todo, si los comparamos con el maldito «debería». Por supuesto, además de valorar esos logros, mostrarlo. 

Si nos quedamos únicamente en la presión de los puntos de mejora, lo que logramos es que piense que nunca es suficiente. Su autoestima se resentirá y eso no le va a ayudar.

Por tanto, entiende y acepta que posiblemente siempre va a hacer menos de lo que podría y eso está bien mientras vaya marcando un progreso y se acerque cada vez más a lograr sus objetivos.

Consecuencias, hora de poner límites

Llegado el momento, es posible que no reaccione por sí mism@ y toque poner presión desde fuera. En ese caso, una de las cosas que te ayudará es dejar de repetirle que estudie si no te hace caso a la primera.

Para y busca un momento en el que estés tranquil@. Mejor aún si estáis madre y padre y sois capaces de hablar de estas cosas con calma y colaboración.

Piensa qué es exactamente lo que quieres. No vale decir que estudie. ¿Que estudie para sacar notables? ¿Suficientes vale? ¿Da igual si estudia el día antes mientras lo haga? ¿Tiene que ser un horario fijo? ¿Hacer los deberes y estudiar a diario? ¿Dejar una asignatura con mayor flexibilidad porque sabes que le cuesta? ¿Todos los días? ¿Tiene día libres a la semana? 

Estas son solamente unas pocas preguntas que te puedes hacer. Es importante que lo tengas claro porque cuando quieras poner consecuencias tiene que estar claro como el agua de una playa del caribe lo que esperas de él/ella. Solo así podrás determinar si está cumpliendo o no e implementar las consecuencias acordadas.

Decide la consecuencia. Una vez sepas lo que quieres que haga, marca una consecuencia proporcionada, que tenga relación con el objetivo a cumplir, si es posible que le ayude a cumplirlo y, por supuesto que sea respetuosa.

Avisa a tu hij@ en un momento de tranquilidad no en medio de un conflicto. Asegúrate de que te repite lo que esperas que haga y la consecuencia si no cumple para que lo integre mejor y tener certeza de que estáis en la misma página. En este punto podrías negociar si crees que es conveniente, así podrás mejorar su involucración.

Por último, solamente queda cumplir con tu palabra e implementar la consecuencia la próxima vez que incumpla su parte sin vacilaciones, sin discusiones, sin amenazas, sin alterarte. Simplemente haz lo que habéis acordado con la absoluta certeza de que es por su bien. Si no tienes esa certeza hay que recalibrar la consecuencia.

Entonces, ¿cómo hago que mi hij@ adquiera disciplina de estudio?

  1. Trabajo interior: Ya no es un niñ@, ya no depende tanto de ti y es hora de dejar de hacerte cargo de sus cosas paulatinamente. Entiende, acepta y actúa en consecuencia.
  2.  Empieza a soltar: Según la situación particular de tu hij@ suelta más o menos rápido y observa desde la distancia.
  3. Resiste: Es muy posible que venga su tiempo de poner a prueba si vas en serio con esta nueva estrategia y de saborear su libertad. Resiste y muéstrale que vas en serio.
  4. Acepta su proceso: No, no va a estudiar como tú querrías que hiciese. Si lo hace, date con un canto en los dientes. Si no, acepta que tiene que encontrar su forma, que será distinta a la tuya y que le llevará tiempo organizarla.
  5. Establece límites: Decide dónde vas a trazar los límites y cuáles serán las consecuencias si no cumple, transmíteselo con antelación y cumple con ello llegado el momento.
  6. Sigue resistiendo: Posiblemente ponga a prueba tus límites y tus consecuencias. No discutas, no te alteres. Es parte del proceso. Aplica lo acordado y aguanta.
  7. Disfruta del tiempo libre que te acabas de generar. Elige un libro, una serie o lo que quieras y aprovecha el tiempo recuperado.

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