Parece claro que las consecuencias de no estudiar las vivirá y padecerá tu hija y que los beneficios de sí hacerlo también será a ella a quien le aporte ventajas en el futuro. Sin embargo, me temo que en muchísimos casos esto no es así ni los adolescentes lo tienen tan claro.
¿Por qué los adolescentes no estudian para sí mism@s?
Desde los 3 añitos, tu hijo entró en la escuela porque sus papás se lo dijeron. Muchos lloraban, otros se divertían, otros un poco de cada, pero todos ellos iban allí, como niños pequeños que eran, de la mano de su mamá o de su papá y acataban los horarios y las actividades que tocaban. No había otra. En muchos casos esto comenzó antes aún, en la guardería.
Rápido entendieron que no solo tenían 2 figuras de autoridad, su madre y su padre, sino que también los profesores mandaban y ellos debían hacer lo que éstos decían. Eran niños y «lógicamente» no tomaban decisiones propias.
Así fueron creciendo y la máxima optativa que tenían era valores o religión y en la mayoría de casos por supuesto es una decisión que depende más bien de los padres y sus ideas al respecto. Estudiar por tanto era algo que hacían porque había que hacerlo, por imposición. No era su decisión.
Llegada la adolescencia y el inicio del pensamiento abstracto empiezan a escuchar más a menudo la teoría de que estudian por su propio bien y por su futuro, pero una cosa es lo que se escucha y otra muy distinta lo que se siente. Llevan desde demasiado pequeños estudiando porque otros les imponen estudiar y eso dificulta sobremanera la capacidad de sentir que lo hacen por su propio bien.
Esta dificultad tiene otra añadida, la que posee el cerebro adolescente para viajar en el tiempo y hacer cosas ahora por un futuro lejano mejor. El adolescente vive mucho más el presente y por tanto le cuesta horrores, y en ocasiones simplemente no es capaz de hacerlo, entender lo que significará en su futuro el haber estudiado o no ahora.
Entonces, ¿para quién estudian?
La mayoría para sus padres. Los estudios han tomado una importancia capital en la sociedad cuando hablamos de educar hijos. Por ello, se convierten en el principal foco de atención de madres y padres a partir de los primeros cursos de primaria cuando los hijos aún son niños.
¿Qué sucede cuando tu hijo está en esa niñez? Que eres todo para él. Evolutivamente hablando, su pura supervivencia depende 100% de ti y esa es la mayor prioridad de nuestro cerebro. De modo que cuando percibe que algo es extremadamente importante para ti es muy probable que quiera hacerlo por el mero hecho de agradarte. Al final los niños sienten que si hacen cosas que nos gustan les querremos más y les cuidaremos, pero si hacen cosas que no nos gustan sentirán que les dejaremos de querer y, por tanto, de cuidar.
Al llegar a la adolescencia en muchas familias los estudios eclipsan la relación entre padres e hijos y pueden llegar a invadir el 80% o 90% del tema de conversación. Los adolescentes no sienten que estudian para ellos mismos y su futuro sino que sienten que estudian para no decepcionar a sus padres, para que sus padres no les echen la bronca o para que no les castiguen, etc. Así pierden la noción de que si nadie les dijese nada si dejan de ir al instituto, en realidad, la inmensa mayoría seguiría yendo porque saben que les ayudará en el futuro y es el único camino que conocen de progresar.
Sin embargo, como han perdido esa noción, muchos pierden totalmente la motivación y sus resultados lo notan de forma terrible porque no tienen un motivador propio.
En otras ocasiones también estudian para agradar a profes, amigos o parejas. Estos casos suelen ayudarles más ya que los amigos o la pareja están en su mismo nivel, es decir, no sienten imposición sino que se guían más por el instinto de pertenencia al grupo y eso no deja de ser un motivador intrínseco suyo.
En el caso de los profes, éstos vienen y van por lo que no son una constante en sus vidas. Así, o el profe logra un impacto que perdure después de ese curso convirtiéndose de esa manera también en un motivador intrínseco o no durará mucho.
Qué hacer para que tu hija estudie para ella misma
- Desengancharte: Este es el paso más difícil, literalmente madres y padres acaban siendo adictos al tema estudios, vuelven continuamente de forma subconsciente y les invaden emociones «negativas» de frustración, impotencia, rabia, desesperación, etc. Debes integrar tú primero la idea de que tu hijo no estudia para ti.
- Darle responsabilidad: «Mi hija estudia porque yo estoy encima», es una filosofía que no le va a motivar ni va a ayudarle para estudiar para sí misma. Permite y potencia que empiece a tomar responsabilidades poco a poco. Empieza en algunas asignaturas, en determinados trabajos o los deberes. Debe empezar a sentir que la pelota está en su tejado y acostumbrarse a hacer más y más cosas por su cuenta sin instrucciones directas.
- Permitirle tomar decisiones: Deja que escoja sus horarios, qué hace y cómo, su organización y las optativas que pueda. Que escoja si un día se puede saltar los deberes o si necesita hacer más. No sueltes todo de repente, es un proceso, avanza como tal.
- Dejar que se equivoque: Una vez empieces a soltar no lo va a hacer todo bien al principio, va a cometer errores, se va a dejar llevar por la pereza, va a poner a prueba consciente o inconscientemente si estás soltando de verdad o no, va a organizarse mal a veces, etc. Eso es parte del proceso de mejora y las lecciones que aprenderá por sí mismo que son las más valiosas normalmente.
- Apoyarle: Aunque no estés encima, aunque no le controles, aunque no le digas lo que tiene que hacer… siempre muéstrale tu apoyo y que puede contar con tu ayuda si la necesita.
- Ofrecerle otras ayudas: Dentro de tus posibilidades déjale saber que puede contar contigo para disponer de profes particulares, coaches o psicólogos por ejemplo.
- Ayudarle a visualizar y entender su futuro: Muchos adolescentes dicen que estudian para tener un buen futuro, pero en realidad no tienen ni idea de qué significa un buen futuro para ellos. No se trata de saber qué van a hacer «de mayores», es normal no tener ni idea de eso aún en los años de adolescencia y, de hecho, puede cambiar unas pocas veces a lo largo de la vida. Sin embargo, sí puede ser positivo tener una idea de si lo que más quiere es ir a la universidad o no, tener un trabajo en una multinacional enorme o en una empresa pequeña, llegar a un puestazo o montar su propio negocio, viajar o quedarse en la misma ciudad, tener pareja y formar una familia o ir a su rollo, etc. Claro que todo esto ira cambiando, pero cuanto más clara sea la idea de su futuro y más se crea que puede lograrlo más firmes serán sus pasos ahora.
- Analizar distintos caminos: Pensar que quiere ser azafata de vuelo porque así viaja mucho, pero no tener ni idea de qué significa realmente tener ese trabajo para bien o para mal no le permitirá tener suficiente claridad y podrá hacer que se pierda otros caminos interesantes. A lo mejor resulta que se le da genial hablar en público y puede hacerse conferenciante y viajar igualmente con algo que le llene más. Cuando no profundizan en los pensamientos sobre el futuro sus objetivos no están suficientemente claros como para moverles con la mayor fuerza posible.