¿Te gustaría que tu hijo siguiese tu camino?

Hace poco me recomendaron una serie: Merlí. Trata de un profesor de filosofía de bachillerato y la verdad es que está bastante bien. En un momento de la serie, la profesora de historia dice con orgullo que 2 de sus alumnos ya han elegido hacer la carrera de historia.

El resto de profesores le dan la enhorabuena, resaltan lo buena profesora que es y alaban su capacidad para inspirar a los alumnos en su asignatura. También hay algún profesor que siente envidia de esa capacidad.

Queremos que nos sigan

Cuántos negocios han pasado de padres a hijos, cuántos hijos han seguido la profesión de su padre, cuántos conflictos familiares ha habido porque el hijo no quería continuar con el camino de su padre…

El ser humano siente orgullo cuando alguien sigue su ejemplo. Posiblemente sea porque se siente valioso para la comunidad, porque siente una mayor conexión con la otra persona al haber un lazo de unión o, incluso, por un sentimiento de superioridad al marcar él la tendencia. El caso es que nuestro sistema de recompensa se activa cuando alguien nos sigue.

Cuando nació mi hija yo daba clases de capoeira en 3 gimnasios y participaba de bastantes eventos. Todos me decían que mi hija iba a hacer capoeira también y que sería buena porque tiene al instructor en casa. Esto es solo un ejemplo de cómo esta idea está extendida en la sociedad con la presión social que esto conlleva.

Parece algo bastante lógico, pero anda que no hay actividades que una niña puede querer hacer. Sí, tendría mayor exposición a ese arte marcial, pero eso no quiere decir que le fuese a gustar. Mi padre tenía miles de libros en casa cuando yo era un crío. Yo tenía mucha exposición a ese hobby suyo. Sin embargo, no quería leer ni uno, por mucho que él insistiese.

De hecho, ahora que leo, y mucho, pero no leo nada que se le parezca a lo que él lee, no muestra tanto ese orgullo. Es más, a veces denota cierto recelo hacia los libros que yo leo. Imagino que puede ser porque siente que no leo por seguir sus pasos, sino que estoy siguiendo otro camino que no tiene nada que ver con él. Por tanto, los libros no representan ningún nexo entre nosotros ni aportan aparentemente valor a su ejemplo.

Esto quiere decir que si tu hijo continúa con tu estela, tú te sentirás bien, pero si no lo hace, puedes sentir ese recelo y una cierta desconexión.

Además, es infinitamente más sencillo para una madre o un padre que su hijo le siga en aquello que le gusta y que conoce bien, porque así puede ser una líder más fácilmente. Es fácil enseñar lo que uno sabe. De lo contrario, es más complicado ser líder de tu hijo en algo que desconoces. 

Eso también nos lleva a querer que nuestros hijos sigan nuestro camino y puede provocar que caigamos en acciones egoístas para lograrlo.

En este país nos escandalizaríamos si nos dicen que van a concertar el matrimonio de nuestros hijos, pero está muy extendido concertar la profesión de un hijo o, incluso, sus hobbies.

Conexión equivocada

En el caso de esa profesora de historia de la serie Merlí, la conexión del alumno se crea con la profesora, mientras que la asignatura de historia es el nexo de unión, la excusa por la que esas dos personas hablan.

La profesora es superenrollada, joven, guapa, hace concursos y juegos en clase… En definitiva, da clases de una forma muy particular y cercana. Es una manera genial de acercarse a los alumnos y de ayudarles a aprender su asignatura. Pero, hay un pero…

Mi hermano es óptico optometrista y dueño de 2 ópticas en Mallorca. Le encanta la óptica y la audiometría y me habla bastante de ello. Me resultan interesantes muchas de las cosas que me cuenta, pero no pretendo ni de broma ser óptico ni nada parecido. Tengo una conexión con él como persona. Sin embargo, eso no lleva a que tenga una conexión con la óptica.

Por otro lado, cuando comencé a entrenar capoeira, me enganchó. Estaba encantado con mi entrenador y rápido vino la idea de hacerme instructor con el tiempo. Más tarde me mudé de ciudad, mi entrenador no estaba allí, pero busqué capoeira igualmente. Cuando volví a Madrid, volví al gimnasio de mi primer entrenador. Algo falló, la conexión con él después de un año fuera no funcionaba y no duré ni un mes en sus clases.

Pese a ello, seguí haciendo capoeira en cada esquina. No pasaba ni un día sin que hiciese algún ejercicio. La conexión que se había creado era entre la capoeira y yo. El entrenador fue solo el nexo que nos unió y pronto busqué otro maestro que me ayudase a seguir unido a la capoeira.

¿Recuerdas más arriba? Es justo al contrario que en el caso de la profesora en que hacen ver que los alumnos van a estudiar historia por ella. Ahí la conexión es con ella y la historia es el nexo. ¿Ves la diferencia?

¿Qué pasaría con esos alumnos al llegar a la carrera y tener otro tipo de profesores? Así vienen muchas desilusiones porque los jóvenes empiezan a andar caminos por las razones equivocadas.

Claro que hay veces que una madre, un padre, un profesor o quien sea es la causa del enamoramiento de un joven con una actividad. De lo que se trata es de diferenciar bien cuándo ese enamoramiento, esa conexión, es con la actividad y cuándo es con la persona que nos enseña la actividad.

Si es por la persona, una vez desaparezca esa persona como agente conector/inspirador, no habrá garantías de que la conexión con la actividad tenga sentido.

Si es con la actividad, tu hija buscará los medios para mantenerse conectada y crecer en esa actividad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *