«Soy tu padre, no soy tu amigo».
«Bajo mi techo cumplirás mis normas».
«Cuando seas padre comerás huevos».
Efectivamente, así puede que logres que tu hij@ adolescente te haga caso algunas veces, pero en cuanto pueda hará justo lo contrario y vuestra relación se irá castigando más y más por el camino.
Hay otra forma, entre el padre/madre autoritario y el débil está…
El líder
El líder sí logra que su hija le haga caso y, a la vez, mantiene una buena relación con ella.
La líder sí pone normas y las hace cumplir y, a la vez, escucha y hace crecer a su hijo.
El líder sabe imponerse cuando toca y, a la vez, sabe quitarse de en medio cuando debe.
La líder es seguida y respetada de forma voluntaria, se convierte en una figura de autoridad ganada.
El líder discute en ocasiones, pero siempre buscando la mejor solución y no mantener su poder ni su razón.
La líder deja clara su opinión, pero no la impone.
¿Cómo ser un padre líder o una madre líder?
A continuación te comento 15 características para ayudarte a ser un padre/madre líder:
1. No se trata de ti, sal de en medio. Vives tu vida y tu hija vive la suya, distinta época, distintas experiencias, distinta personalidad, distintos gustos… El líder busca el crecimiento del otro tal y como es independientemente de si encaja en sus gustos y opiniones.
2. Basta de miedos. El miedo bloquea, pone límites. Deja de vivir en lo malo que puede llegar a pasar y ábrete a un mundo de posibilidades. Confía en el proceso.
3. Libera control. Es imposible controlarse a uno mismo como para hacerlo con tu hijo. Si tratas de controlar dónde está, con quién va, qué hace, si ha hecho los deberes, la cama, si está mucho con el móvil, la play… No te quedará tiempo ni energía para educar en valores y ayudar a tu hijo a crecer.
4. Deja que tu hijo sufra. No me he vuelto loco, el sufrimiento es parte de la vida y una fuente inmensa de aprendizaje y crecimiento. Por ejemplo, cuando una madre le dice a su hijo que haga un módulo en lugar de bachillerato para que no sufra si no lo logra, le está haciendo más débil, no más fuerte.
5. Escucha y deja de pensar lo que le vas a decir después. Si atiendes a lo que tu hijo habla podrás aprender más sobre sus gustos, su personalidad, sus objetivos, sus inquietudes, etc. Si, cada vez que habla, estás pensando si te encaja o si debería hacer otra cosa y qué decirle, dejas de escuchar.
6. Haz muchas preguntas. Si enseñas a tu hijo a desarrollar su pensamiento le harás mucho más poderoso que si le dices lo que tiene que hacer y piensas por él. Preguntando le puedes ayudar a buscar huecos en su razonamiento y encontrar mejores caminos. Eso sí, no conviertas las conversaciones en interrogatorios.
7. Interésate de verdad. Cuando tu hija te cuenta sus cosas de una amiga o de un hobby, pero por dentro tú estás pensando en el examen que ha suspendido se nota y vuestra relación sufrirá. La única forma real de que tu hija quiera contarte más sobre ella y sus pensamientos es que te interese de verdad.
8. Otorga responsabilidad. Posiblemente estés agotada porque parece que todo recae sobre ti. Si no estás encima, tu hijo no hace lo que debe y además tienes que ayudarle y repetir las cosas 7 veces. Dale una responsabilidad y quítate de en medio en lo posible. Dale tiempo y, por supuesto, estate siempre disponible para ayudarle si lo necesita y te lo pide.
9. Negocia. Hazle partícipe de las decisiones que le incumben y también de algunas sobre la familia. Dale voz y voto, esto fortalecerá su autoestima y vuestros lazos. También facilitará que su compromiso en lo negociado sea mayor.
10. Apóyale en las caídas. Tu hijo va a fallar, va a dejar sin hacer algo que prometió que haría, se va a equivocar, se va a meter donde no debía… Muéstrale tu apoyo y ayúdale a levantarse, sacudirse el polvo y seguir avanzando. Las reprimendas y el «te lo dije» son frenos y para salir de un agujero hace falta acelerar. Desea ser la persona a la que quiere llamar cuando se mete en un lío en lugar de ser la que no quiere que se entere de lo que ha pasado.
11. Confía y no juzgues. No, el papel de una madre o de un padre no es juzgar si lo que hace su hija está bien o mal. ¿Cuántas veces los padres han dicho que no a algo, los hijos han continuado de todas formas y han demostrado que tenían razón? No lo sabes todo y desde luego no ves el futuro, confía más y deja que tu hijo tome las riendas de su vida todo lo posible.
12. Asume tus errores. Rectificar es de sabios, pero cuando cogemos un papel de responsabilidad como es el de la paternidad nos comportamos más a menudo como burros y justificamos nuestros errores de cualquier manera. No vas a perder tu autoridad por reconocer un error. Vas a ser más humano, más cercano, más de fiar y te forzará a cuidarte más de no cometer tantos errores.
13. Elige tus batallas. Hay momentos para entrar en conflicto, pero elige muy bien esos momentos. Hay cosas que simplemente no tienen importancia y otras que no dejan de ser cuestión de gustos. Saca la artillería cuando haya un peligro real de salud o sus valores como persona estén realmente comprometidos.
14. Sé firme e imponte cuando corresponde. Cuando toca, la voz del líder es la que tiene la última palabra. Esto debe quedar claro desde el principio y, precisamente porque por el camino le vas a dar mucha responsabilidad y vas a contar con su opinión como norma habitual, será más sencillo que te escuche, acepte y respete tu última decisión cuando corresponde.
15. Lidera con el ejemplo. Vive lo que aconseja y eso no quiere decir que sea perfecto, se cae y se levanta, se equivoca y rectifica, toma caminos errados y los enmienda. Aquí no vale eso de «para mí es tarde y quiero que tengas lo que yo no pude». Lucha por lo que quieres igual que quieres que luche tu hijo.
El líder es una estrella guía
Y esto lo digo con doble sentido.
Por un lado, te puedes convertir en un modelo, un ejemplo a seguir. Tu hija adolescente no te escuchará y te hará caso porque seas su madre o su padre, lo hará porque quiere, porque te admira y, a la vez, sabrá escoger mejor su propio destino porque te ha visto hacerlo a ti.
Por otro, el propio liderazgo para ti será una estrella guía que no vas a tocar jamás. Vas a cometer errores, vas a caer en viejas costumbres, te van a salir las dichosas frases de tus padres que juraste que nunca dirías… y no pasa nada. El buen líder no es el perfecto, es el que aprende de sus errores, busca la mejor solución venga de donde venga y sigue adelante.