Las expectativas pueden destrozar autoestimas, relaciones familiares y la salud mental de los implicados, tanto de tu hija como la persona sobre la que caen las expectativas como de ti que pones esas expectativas en ella.
Evidentemente, no siempre llegan a tanto, pero no digo la palabra destrozar a la ligera. En demasiadas familias las discusiones son constantes, diarias, y eso se carga la confianza y las propias ganas de pasar tiempo juntos.
Tus expectativas no son válidas
Si no nos paramos a pensarlo mucho, puede parecer positivo crear expectativas en tu hijo. Es tu forma de desear logros, éxitos, felicidad, salud, progreso, etc. en él. ¿Cómo puede ser que no sean válidas?
Lo primero es que cada ser humano es único. Dos hermanos gemelos, mismo ADN, misma familia, misma educación son diferentes. Por tanto, tú, por mucho que seas su madre o su padre piensas, sientes y actúas de forma diferente a cómo lo hace tu hija. Tienes gustos, opiniones y objetivos distintos, otras formas de ver la vida.
Tus expectativas para su vida simplemente no son válidas. Solamente lo serán cuando coincidan de forma natural con las suyas propias y, aún así, ¿cuántas veces ponemos expectativas equivocadas sobre nosotros mismos?
¿Cómo tus expectativas dañan vuestra autoestima?
«Siento que he fracasado como madre»
«Creo que no estoy siendo una buena madre»
Este tipo de frases que se repiten muchas madres, quizás haya pasado algo parecido por tu mente, es obvio que no te ayudará a valorarte como debes. Castigará tu autoestima. A veces nos preocupamos tanto por nuestros hijos que nos olvidamos de que nosotros también somos vulnerables y nuestra autoestima también está en juego.
Si partes de esa base, ¿tomarás las mejores decisiones en la educación de tu hija? ¿Cómo te sentirás contigo misma?
Por otro lado, la autoestima de tu hijo también se verá afectada. Hace poco, trabajando en un colegio, salió el tema de qué quieren ser de mayores en una charla en 2º de la ESO. Un alumno vino a hablar conmigo después de la sesión con cara de preocupación. No tenía ni idea de qué quería ser de mayor y se sentía mal por ello. Su entorno esperaba que ya tuviese las ideas claras y él no estaba cumpliendo con esas expectativas. No lograba estar a la altura y eso, evidentemente, le hacía flaco favor a su autoestima.
¿Cómo afectan las expectativas a las relaciones familiares?
Esto es simple, si yo espero algo de ti y no cumples… ¿Voy a fiarme de ti? Lo normal es que la confianza decaiga y la confianza es básica en toda relación.
Muchos padres si les preguntas así en general que si se fían de sus hijos dirán que sí, pero en el día a día tratan de controlar todo lo que pueden que su hijo cumpla en el instituto, que se junte con buenos amigos, que recoja y cumpla con sus responsabilidades, etc.
De lo que decimos a lo que reflejan nuestras conductas puede haber distancias gigantes. Analiza tus conductas porque pueden decirte cómo es la relación con tu hija mucho mejor que los argumentos que fabrica tu mente racional.
Por otro lado, cuando tu hijo percibe que esperas algo de él con lo que simplemente no se ve capaz de cumplir, puede sentirse inferior, no querrá entrar en ciertos temas por temor a que se vea su inferioridad o su mediocridad y eso contagiará fácilmente otras conversaciones entre vosotros.
Cuando percibe que esperas algo de él con lo que no está de acuerdo normalmente se rebelará o se someterá. Si se rebela, vuestra relación tendrá más conflictos y eso no ayuda a construir una relación fuerte.
NOTA: Ya basta de esa tontería de que una pareja tiene que discutir. Eso es una mentira que se cuentan los que no saben crear una buena relación de verdad o los que tienen demasiado miedo para acabar con una relación que posiblemente nunca debió llegar tan lejos.
Si tu hijo se somete, tú estarás más tranquilo, pero vuestra relación se basará en una mentira. En la mentira que hará a tu hijo vivir una vida que no le corresponde y eso tarde o temprano afecta a la relación.
¿Cómo afectan las expectativas a la salud mental?
Estrés. Si pones expectativas en tu hijo y no logra cumplir con ellas acabarás en una lucha eterna por lograr algo que no puedes conseguir. Eso va a generar frustración. Si le pones la culpa a tu hija, sentirás impotencia. Si te echas la culpa a ti por no estar haciendo lo que debías como padre/madre, te deprimirás. No hablo necesariamente de una depresión mayor, pero sí te afectará.
En esta situación es más fácil que lo que sea que no estáis consiguiendo tome más y más espacio en tu cabeza. Que ronde tus pensamientos día y noche y entres en un bucle que puede derivar rápidamente en el efecto bola de nieve. El problema es el mismo desde el primer día, pero para ti cada vez es un problema más grave.
Así se incrementa el estrés y empeora tu capacidad para tomar medidas y ayudar a tu hija de la mejor forma posible.
¿Qué hago si no pongo expectativas en mi hijo?
Para empezar, sí que vas a generar expectativas en tu hijo. En el título te pido algo imposible, lo sé. Sin embargo, es una forma de no conformarte y estar siempre alerta ante las expectativas que vayas creando. Te dejo varias pista de cómo llevar una relación/educación sin expectativas:
- Enséñale a pensar por sí misma. Sin expectativas ya no tienes que decirle lo que debe hacer, ahora ayúdale a desarrollar su propio pensamiento y su capacidad de análisis para que tome cada vez mejores decisiones por sí misma.
- Espera que se equivoque y que falle. ¿Acaso tú no te equivocas? ¿Te echas la misma charla cuando lo haces que la que le das a tu hijo? Si lo haces no te ayudas y si no, ¿por qué hacerlo entonces con tu hijo? Va a fallar, es humano y no pasa nada. Aprender de la experiencia y seguir.
- Apóyale en sus éxitos y en sus fracasos. Ya sabes la típica escena de peli en la que los padres no van a la función de fin de curso. También conoces la escena en la que el hijo se mete en un lío y solo piensa en cómo evitar que sus padres se enteren. Procura evitar recrear cualquiera de esas 2 situaciones.
- Disfruta de vuestra relación. Una vez eliminas las expectativas, las preocupaciones se relajan mucho y muchas podrán desaparecer. Ahora sí estarás en posición de disfrutar de la relación con tu hija y ella se sentirá mejor contigo. Una buena relación con tu hijo no tiene precio.
El miedo puede hacerte pensar que entonces tu hijo se «desviará del camino», pero su vida es única por lo que no hay ningún camino del que desviarse. Como decía Antonio Machado, se hace el camino al andar. De esta forma, sin expectativas, tu hijo se hará más fuerte y no caminará solo, lo hará contigo.