La adolescencia es esa etapa de la vida de tu hija o de tu hijo que temes desde hace años (casi desde que nació) y que, cuando llega, hay una parte de ti que está deseando que se acabe.
No es que educar a un niño sea fácil, pero un adolescente parece ser otro nivel que acaba con la paciencia, con las fuerzas y a veces casi con las ganas de madres y padres que llegan a plantearse tirar la toalla, aunque sepan que nunca lo harán.
Afortunadamente, hay otra forma de mirar y de relacionarte con el adolescente que tienes en casa.
¿Qué hace que la adolescencia sea tan difícil?
La adolescencia incomoda a madres y padres, por no decir que acojona. Tiene su sentido porque hay algunos cambios fundamentales con respecto a educar a un niño y nadie nos ha preparado para ello. Voy a analizar algunos de los factores que considero más comunes (no te cortes y ponme en los comentarios lo que creas que me he saltado):
- Son grandes: Un adolescente ya tiene tu tamaño o casi… o incluso ya te ha superado. Siempre ha habido pequeños pero matones, pero empequeñecer a un tío de 2 metros es muy difícil. Ya sé que tu hija no mide 2 metros, pero la diferencia de cuando te tenías que poner de rodillas para mirarla a la cara a estar a la misma altura influye en tu capacidad para imponerte.
- Se rebelan: Un adolescente tiene una tendencia mayor a ir en contra de la autoridad. Es parte de la naturaleza del adolescente, ya no siente la gran dependencia que tenía de ti cuando era un crío, se está preparando para ser adulto y eso le lleva a querer obedecer cada vez menos. Sientes que tu autoridad tiembla.
- Son muy intensos: El primer amor de la adolescencia es especial, mucho más intenso, pero los palos también se sienten mucho más, sus respuestas se salen de madre y cada vez se hace más impredecible. Esa incertidumbre y tener que aguantar respuestas y miradas que matan no es nada sencillo.
- Lo saben todo: Antes te escuchaban, pero ahora se creen que saben más que nadie. Claro, tú, con tu experiencia, ves cosas que tu hijo no ve. Te desespera que no te quiera escuchar y, más aún, que se piense que es más listo que tú.
- Pasan de todo: Hay tantas cosas importantes en la vida y parece que tu hija adolescente solo quiere estar con el móvil y salir con las amigas. No se responsabilizan y eso hace que tengas que hacerlo tú, pero ya tiene edad para responsabilizarse. Más carga sobre tus espaldas y la impotencia de que no lo esté haciendo solo.
- Libertad: Antes iba a todas partes contigo y casi de la mano. Ahora sale por su cuenta y riesgo, llega tarde y va con amigos que no conoces. De nuevo, esa pérdida de control te genera incomodidad y miedo.
Claro que hay más cosas, pero creo que tenemos una buena idea.
¿Por qué sucede todo esto?
Una de las estrategias que usan los psicólogos en terapia es la racionalización de los hechos. Muchas veces el trauma viene por la incomprensión de lo que ha sucedido. ¿Por qué a mí? ¿Por qué se ha comportado así? ¿Cómo hemos llegado a esto? Estas preguntas y otras que no encuentran respuestas provocan que no entiendas lo que pasa y, por tanto, que no sepas moverte en esa situación. Estás en un terreno desconocido sin mapa ni GPS. Eso es lo que sucede en la adolescencia de tu hijo.
Después veremos como navegar por ese mapa, de momento vamos a repasar las mismas características de antes y explicarlas, viendo también por qué nos incomodan:
- Son grandes: Todos sabemos por qué son grandes, pero hay una parte grabada en los genes que hace que el tamaño importe (y no en eso que estás pensando 😂). El ser humano como ser social basa su convivencia en jerarquías. En el mundo animal suele ser la fuerza la que impone el liderazgo. En los humanos hay muchas más formas, pero la fuerza sigue siendo una de ellas. ¿Cuántas veces te impusiste por la fuerza cuando tu hij@ era pequeño? Ahora has perdido la baza de la imposición por la fuerza que podías usar como último recurso, pero te lleva al límite mucho más que antes.
- Se rebelan: La adolescencia es más que los cambios hormonales de los que siempre se ha hablado. Hay cambios cerebrales fundamentales para que actúen de la forma en que lo hacen. Por un lado, se están preparando para ser adultos y tomar sus propias decisiones. Por otro lado, su cerebro les predispone mucho más que a un adulto a explorar y asumir riesgos. Sin embargo, tu autoridad le pretende bloquear en ambos casos. Claro que se rebela, no le queda otra.
- Son muy intensos: Otro de los cambios que ocurre en el cerebro adolescente es que hay una mayor búsqueda de dopamina, un neurotransmisor que genera expectativas ante las experiencias que piensan que van a vivir. Esto, entre otras cosas, colabora en que las emociones se intensifiquen. Además, el cortex prefrontal, que es el área del cerebro que se encarga entre otras cosas de regular las emociones, es la última en completar su desarrollo. Por eso, es más difícil regular las emociones para los adolescentes que, a su vez son más intensas. Tu cerebro está en otro punto de desarrollo y pretendes que vea las cosas como tú, pero simplemente, aún no puede.
- Lo saben todo: Su cortex prefrontal aún no está desarrollado completamente, eso supone menor capacidad de juicio y lógica. Sus emociones son más intensas, es decir, mayor impulsividad. Además, cuando hablamos por ejemplo de un iceberg y solo vemos la parte que asoma por encima del océano, creemos saber exactamente cómo es. Lo estamos viendo. Eso nos lleva a hablar «sabiendo» cómo es con total seguridad. El desconocimiento de que hay más iceberg debajo del océano, puede llevar a la arrogancia porque se tiene la certeza de saber. La adolescencia en ciertos puntos combina, menor razonamiento, mayor impulsividad y menor experiencia.
- Pasan de todo: En realidad, creo que no pasan de todo en absoluto. La cuestión es que se preocupan de otras cosas que para ti no son prioritarias. Tenéis una escala diferente. En la adolescencia hay un empuje natural a juntarse con sus iguales, viven más el presente, buscan más experiencias nuevas y sienten menor preocupación por lo que pasará dentro de 10 años. Tú te preocupas por su futuro en muchas ocasiones por encima de su presente.
- Libertad: Llevas mucho tiempo, toda su vida, pudiendo controlar casi todo lo que hace y, si no, dejándole en manos de otras personas responsables de confianza que le controlen. Ahora vuela solo y pierdes control. Es normal sentir el vértigo, no solo porque pierdes poder sobre su vida sino también porque una parte muy importante de tu identidad que se ha forjado a lo largo de todos tus años como madre o padre se esfuma. Tu propia identidad debe mudar de piel.
Cómo navegamos a través de la adolescencia
Hemos visto qué causa que la adolescencia de tu hijo sea una etapa tan complicada. Hemos racionalizado por qué sucede. Ahora vamos a ver qué podemos hacer para canalizarlo potenciando una mejor relación y unas mejores bases para tu hija:
- Son grandes: Ahora que la fuerza no te sirve, es hora de hacerte más astuta. Si no puedes saltar el río, construye un puente o una barca. Usa su impulsividad de formas creativas, aprovecha los momentos adecuados y no pelees cuando no es la ocasión. Piensa en el proceso y no en lograr los resultados ya.
- Se rebelan: Lo que de verdad quieres es que tu hija esté bien preparada para la vida una vez sea adulta. Entrénala potenciando que tome sus propias decisiones en lugar de para que te haga caso. Enséñala a medir resultados y analizarlos para que sepa corregir el rumbo. Dale apoyo cuando se equivoque. Potencia que explore en entornos seguros para que no tenga que hacerlo por su cuenta en entornos no tan seguros.
- Son muy intensos: Una vez entiendes de dónde viene esa intensidad, no entres al trapo y te alteres tú también. Tu cortex prefrontal sí está totalmente desarrollado para regular tus emociones y tú no vives las emociones con esa intensidad. Espera que él pierda los nervios, pero no lo hagas tú porque sabes qué le ocurre y sabes que una vez terminen esos procesos cerebrales todo eso pasará. Valida sus emociones porque son reales y espera al momento adecuado para tener ciertas conversaciones.
- Lo saben todo: En lugar de darle lecciones, enséñale a buscar más información. No le impongas tu razón y no dejes ver que no tiene ni idea de lo que está hablando. Eso castigará su autoestima a la vez que fortalece su fijación en su posición. Sí sabe, pero se le pueden escapar más o menos flecos. Escúchale sin juicios y deja que desarrolle su propio pensamiento.
- Pasan de todo: Llegar a un punto medio y tú debes empezar el acercamiento. Preocúpate más por cómo está hoy, por lo que para él/ella es importante ahora. Desde ahí, busca mayor responsabilidad en estudios o lo que estimes necesario. en determinadas circunstancias, establece límites claros y firmes.
- Libertad: Priorizando una mejor relación con tu hija será más fácil que se abra y te cuente más sus cosas. Además, con una mejor relación no querrá fallarte mientras que con una mala relación buscará desafiarte. Por otro lado, suple esa parte de tu identidad que se queda colgada con hobbies, experiencias, vida social, carrera profesional o lo que sea. Adapta tu propia identidad a las nuevas circunstancias.