Las etiquetas que tu hija recibe de su entorno o de sí misma marcan de forma absoluta su personalidad. Depende de qué etiquetas integre podrá limitar sus posibilidades hasta límites insospechados o abrirse caminos impresionantes.
Vamos a analizar algunas las etiquetas que juegan malas pasadas, de dónde salen y cómo evitarlas.
«Soy un vago»
Muchos de los alumnos que tengo en técnicas de estudio tienen asumido que son vagos. Cuando digo muchos, podría decir la inmensa mayoría.
Lo peor es que se lo creen de verdad. No tienen ninguna duda de que son unos vagos.
Hay veces que parece que esa etiqueta se la ponen solos. Viendo lo que les cuesta ponerse a estudiar junto a lo que oyen ahí fuera de lo que significa ser vago, acaban por asociar que son vagos y por eso no se ponen a estudiar.
Es decir, como soy así, actúo así.
Si tu hija piensa que es vaga, ¿cómo va a actuar? No tiene otra opción que actuar como vaga que es.
Ahora, fíjate en un detalle, unen un hecho de sus propias vidas (les cuesta estudiar) con lo que observan ahí fuera (los buenos estudiantes se ponen sin problemas, el resto son unos vagos). Por tanto, no son ellos solos los que se ponen la etiqueta. La sociedad y los mensajes que están «ahí fuera» influyen en esas etiquetas.
Hay veces que son los profes los que, de forma directa o indirecta les dicen que son vagos.
Hay veces que son los propios padres/madres quienes les dicen o les hacen ver que son vagos.
Lo peor que puede suceder si les dices este tipo de cosas o cualquier otra etiqueta es que te crea. Si te cree y acaba pensando que es vago, ¿cómo va a actuar? Exacto, como un vago. Y si no te cree, ¿para qué decírselo?
Ahora bien, en este punto, se ve como vago porque le cuesta ponerse a estudiar, porque está desmotivado, porque deja deberes sin hacer o porque deja todo lo de los estudios para el último minuto.
Pero ese es sólo un aspecto de su persona.
Tu hijo es mucho más que los estudios. Tu hijo no actúa precisamente con vaguería para un montón de cosas.
Yo mismo era ese estereotipo de vago cuando estaba en el instituto, si hubiera premios para el que menos hacía de la clase, no habría ido a recogerlo. Pero ese no era yo. Al menos no era todo mi yo. En ese mismo tiempo cogía un autobús que tardaba 30-40 minutos y andaba otros 15 minutos para ir a entrenar 1 hora de capoeira. Hacía casi 2 horas de camino entre ida y vuelta para entrenar 1 hora y no me lo pensaba 2 veces.
Cuando tu hija integra la etiqueta de vaga, no lo hace en la mayoría de casos asociado a una actividad sino que la integra como un rasgo de su identidad.
No integra esa etiqueta de vaga como una forma de afrontar algo que no le gusta como puede ser el estudio de las asignaturas que por obligación tiene en el instituto.
¿Qué riesgo mayor hay aquí?
Que llevará este rasgo de su personalidad que ha integrado a otras áreas de su vida hasta que actúe como un vago en cualquier parte y todo le dé pereza.
No es eso lo que nadie quiere para su hija, pero así acaban muchos con esa conducta de pasotismo absoluto.
Entonces, ¿qué hago si mi hijo piensa que es un vago?
Lo primero es mirarte en el espejo. Analiza si en algún rincón de tu interior piensas, sientes que tu hijo es un vago. No vas a poder arrancarle esa etiqueta a él/ella si tú mismo le sigues poniendo la misma etiqueta en tu cabeza.
Suponiendo que sí, que es muuuuy común, hasta que no seas capaz de quitar esa etiqueta de tu hija en tu interior, no serás capaz de ayudarle de verdad.
Piensa y escribe todo lo que tu hija hace. ¿En qué cosas se mueve con una energía que para ti la querrías? ¿En qué áreas hace esfuerzos importantes que para otros sería difícil hacer? ¿En qué se ve obligado a dar el callo, pero no le gusta nada?
Si se ve obligado a hacer algo que no le gusta y muestra reticencias, bienvenido al mundo. No es que sea vago, es que es humano. Ahí tendríamos que entrar más en la disciplina por ejemplo o en la motivación.
Una vez has arrancado esa etiqueta de tu interior, es hora de arrancarla de las creencias de tu hijo.
Advertencia: No lo vas a lograr de la noche a la mañana.
Ayúdale a hacer el mismo proceso de análisis. Muestra comprensión y apoyo más que presión y frustración con su comportamiento.
Esto no quiere decir que dejemos de lado la disciplina de hacer lo que se supone que debe, pero yo puedo disciplinar a mi hija de 3 años para que coma a la vez que muestro comprensión porque no le gusta probar cosas nuevas. Una cosa no quita la otra.
¿Qué otras etiquetas pueden limitar a mi hija?
Lo mismo sucede con otras etiquetas. No importa cuál sea, si le dices o le haces ver que es desorganizado, nerviso, tímido, rebelde… Si le repites 1.000 veces que está en la edad del pavo y a ver si se le pasa ya o que no hay quien aguante la adolescencia y a ver si crece y madura de una vez.
Si te cree, es eso justamente lo que va a potenciar, pero es precisamente lo que no quieres. Cuando nuestros hijos entran en la maravillosa adolescencia, en demasiadas ocasiones les atiborramos de mensajes que destacan lo peor de esa etapa.
Con estos mensajes, van a ver que eso es lo que son. El ser humano es tremendamente rápido en transformar lo que otro ve o dice de mí en lo que soy. Si el resto me ve así, por algo será. Entonces, empieza a buscar situaciones en las que eso es cierto y, claro, si buscas es fácil encontrar.
El problema viene cuando la mayoría de lo que recibe es negativo, la mayoría de lo que busca es negativo.
Las etiquetas «buenas» no son tan buenas.
Esas que describen a tu hijo como inteligente, bueno, responsable, etc.
Al final no dejan de estar poniendo límites.
En el equilibrio está el mejor lugar para avanzar. Los extremos suelen traer más problemas.
El que lleva la etiqueta de inteligente puede acabar con miedo a enfrentarse a retos nuevos en los que puede que no sepa cómo hacerlos para no defraudar y parecer tonto. Asocia inteligencia con hacer las cosas bien, incluso rápido, con coger las ideas a la primera, con sacar buenas notas.
Así podría perderse muchas oportunidades y cuando falle, porque todos fallamos en algún momento, el palo será más difícil de superar. No verá un área de mejora sino que verá un fallo en su capacidad, en su persona.
El que lleva la etiqueta de bueno puede desarrollar un miedo a enfrentarse porque eso no es ser bueno a su visión. Si no se enfrenta, no defiende sus ideas por ejemplo. Eso no es bueno.
Podríamos analizar mucho más en profundidad cada etiqueta y muchas otras etiquetas, pero creo que te haces una buena idea para empezar.
¿Qué etiquetas crees que pueden estar limitando a tu hija?
Haz lo posible por no fortalecerlas. Es más, trata de debilitarlas y derribarlas teniendo en cuenta que será un proceso relativamente largo. No se logra de la noche a la mañana.
Comenta abajo las etiquetas que te gustaría eliminar de tu hij@ o de ti misma como madre o padre.