¿Le preguntas a tu hij@ el día antes del examen y parece que lo lleva bien, pero al día siguiente no sabe dónde ha ido esa información y el examen sale mal?
¿No consigues entender cómo es posible que suspenda si el día antes se lo sabía?
He oído historias similares innumerables veces. Muchas otras, los padres no saben que eso sucede. Sin embargo, los hij@s creen que lo llevan bien y luego se sorprenden con la nota.
Sí, hay muchas ocasiones en las que tu hij@ disimula y muestra sorpresa ante una mala nota, o lo intenta, cuando sabía perfectamente que ni se había preparado ni tenía ninguna oportunidad de aprobar ese examen.
Otras veces es real. Tu hij@ de verdad pensaba que podía aprobar y se lleva una fea sorpresa cuando ve el 4 o el 3.
¿Cuáles son las 5 trampas y cómo evitarlas?
Es muy posible que estéis cayendo en una o varias de estas 5 trampas y, por eso, tu hij@ no vaya tan bien preparado como parecía. Vamos a desgranarlas para que puedas protegerte a ti y tu hij@ de ellas:
- Preguntas demasiado rápido (pronto)
- Curva del olvido
- Objetivos confundidos
- Peligro de consecuencias inmediatas
- Malas técnicas de estudio
Trampa 1. Preguntas demasiado rápido
Tiene la materia demasiado fresca en la cabeza. Esto es muy común, en el mismo momento en que tu hij@ te dice que ha acabado de estudiar, le preguntas. ¡Lo acaba de ver! Es mucho más sencillo acordarse de algo que has visto hace unos minutos que de algo que ha pasado ayer. Si no me crees, trata de hacer un recorrido por tu día de ayer ahora mismo. Te apuesto que te puede costar incluso recordar que comiste.
No ha cambiado de actividad. Vamos a ponerlo así, cuando tu cerebro entra en el trabajo se pone en modo trabajo. Cuando entra en zumba se pone en modo zumba. Cuando el cerebro de tu hij@ entra en modo estudio se pone en modo estudio (o más o menos) 😅.
SOLUCIÓN
Si quieres verificar qué ha aprendido tu hij@ con mayor acierto, deja que cambie de actividad después de sus sesión de estudio. Que se vaya a baile, fútbol o a la play. Pregúntale después de 1-2 horas en otra actividad. Así, verás mejor lo que su cerebro es capaz de rescatar de forma más fiable. Ten en cuenta que su cerebro cambiará de actividades varias veces antes del examen.
Además, ya no tendrá tan fresca la información por lo que evitais el engaño de sabérselo solamente porque lo acaba de ver, pero no haberlo aprendido de verdad.
Trampa 2. Curva del olvido
Cuando tu hij@ está estudiando se está enfrentando a la información en ese momento. Digamos que en ese momento en que tiene la información delante se sabe el 100%, literalmente lo está viendo en ese instante.
Según pasa al siguiente párrafo empieza a funcionar la curva del olvido para el primer párrafo. Empieza a olvidar parte de la información.
¿Te ha pasado alguna vez que te han presentado a alguien y sólo 6 segundos después eres incapaz de recordar su nombre? En sólo un nombre y ni siquiera era difícil, pero tu cerebro lo ha eliminado totalmente en cuestión de segundos.
Así de rápido puede olvidar tu hij@ lo que estudia si no emplea mejores métodos. Ya ves que la curva del olvido puede funcionar como un precipicio. Según van pasando segundos y minutoss se va olvidando más y más hasta que queda sólo un recuerdo residual.
SOLUCIÓN
Para contrarestar esta curva del olvido, tu hij@ debe mejorar sus técnicas de estudio y optimizar su forma de repasar.
En este post sería imposible abarcar todas las opciones para mejorar sus técnicas de estudio, pero puedes echar un vistazo a mi método Estudiar con pegamento para más información al respecto.
Ahora sí que vamos a aprender cuándo hacer los repasos adecuados para optimizar el recuerdo. El primero en realidad ya lo hemos visto, 1-2 horas después de la sesión de estudio. En el mismo día.
El segundo, debe ser siempre al día siguiente. No dejar pasar más tiempo porque se empezará a esfumar más información de la que os gustaría y estaréis desperdiciando una gran parte del tiempo dedicado a estudio el día anterior.
A partir de ahí, si es necesario preparar con más tiempo de antelación, hacer repasos 3 días después, 1 semana más tarda, 1 mes, 3 meses…
Trampa 3. Objetivos confundidos
Cuando le preguntas mostrando demasiada autoridad por expresarlo de alguna forma, puedes hacer que confunda su objetivo a la hora de estudiar.
¿Cuál es el objetivo real de tu hij@ cuando estudia? O, al menos, ¿cuál debería ser? Óptimo sería que estudiase para aprender, lo cierto es que la mayoría, a causa de un sistema educativo deficiente, estudia para aprobar, aprenda o no.
Sin embargo, cuando ejerces un exceso de autoridad en ese momento, tu hij@ puede acabar por estudiar para demostrarte a ti que ha hecho algo en todo ese rato que lleva en el cuarto.
Ten en cuenta esto, tú siempre vas a ser una figura de autoridad con un poder inigualable sobre tu hij@. Recuerda que estuviste ahí literalmente desde el primer segundo de su vida y que durante los primeros años dependía totalmente de ti para su propia supervivencia.
Si tú, con ese poder, le preguntas y encima vas a poner consecuencias después si no se sabe lo que consideras que debería, puede dar más importancia a demostrarte a ti lo que sabe que al mismo examen.
Nuestro cerebro recuerda la cita del médico hasta que ya estamos ahí. Luego, sabe que ya no es útil y deja de poner recursos para recordarlo. Lo olvida porque ya no sirve.
Lo mismo le puede suceder a tu hij@, una vez te ha demostrado que se lo sabía ya puede despreocuparse porque eso era lo más importante.
SOLUCIÓN
Evita confundirte tú. Ten claro que el objetivo de preguntarle no es quedarte tú tranquil@. ¡Tú no importas en esto! Lo que pretendes es ayudarle a que se prepare mejor ese examen porque eso le permitirá a él/ella pasar de curso, evitar hacer la recuperación, sacar el título o acceder a la universidad. Lo que sea, pero eso no es algo tuyo, es algo suyo.
Sobre todo cuando no van muy bien en los estudios tenemos la tendencia de estar encima y pasar a un control más exhaustivo. Ese control te puede llevar a expresarte de forma que perciba que estudia para ti y no para el instituto.
Plantéale y siéntelo de verdad, que sus estudios son para él/ella. Que sólo quieres a ayudarle y potencia que sea cada vez más autónom@ y necesite menos tu control.
Trampa 4. Peligro de consecuencias inmediatas
Siguiendo con el control y esa autoridad del punto anterior, cuando le preguntas y no se lo sabe bien, ¿qué haces?
Lo más habitual es que le mandes a estudiar de nuevo inmediatamente. Eso ya lo puede percibir como un castigo en el sentido que le obligas a hacer algo que no quiere.
Puede que se acompañe de una reprimenda y, lo que puede ser lo peor de todo, un «te lo dije» o un «ya lo sabía yo».
Tu hij@ no quiere eso, intentará huir de cualquier forma. Esto va a facilitar que su cerebro, igual que en la trampa anterior, le dé más importancia a que tú pienses que se lo sabe que al propio examen. Ya hemos visto que eso no es bueno.
SOLUCIÓN
Si los estudios son para él/ella y te gustaría que fuese autónom@ en esa responsabilidad, no deberías ser tú quien decida si tiene que estudiar más o no o qué. Debería ser él/ella mism@ quien, basado en lo que ha sido capaz de responder y en lo que se ha bloquedo u olvidado, tomase la decisión y se organizase. A lo mejor le viene bien un respiro ahora para descongestionar su mente y estudiar más tarde por ejemplo.
Deja que tu hij@ sea autónom@, no le digas tú lo que debe y cuando debe estudiar. Sólo así llegará a lograrlo aunque falle al principio.
Trampa 5. Malas técnicas de estudio
Como comentaba más arriba, esta trampa es demasiado grande para atajarla aquí. Puedes echar un vistazo a Estudiar con pegamento, mi método de estudios para ayudar al adolescente en los estudios.